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Cuando el destino nos alcance

Cuando en la primavera del 2020 surgió aquella pandemia, de la que hoy el olvidadizo y poco atento ser humano apenas ni se acuerda (salvo por las ocasionales, y sesgadas, estadísticas públicas de los telediarios), nada nos hacía pensar, presos de miedo en nuestros espacios de confort, que solo era el inicio de un siroco que aún hoy nos arrasa sin compasión.

Acostumbrados a que las desgracias que veiamos en la TV sucedían solo tras las murallas (creiamos) infranqueables de Occidente, no estabamos preparados…y seguimos sin estarlo. A la enfermedad siguió una guerra de otro tiempo (conquistas para el «imperio» postsoviético,,,¿creiamos que había desaparecido?), el planeta diciendo «hasta aquí llegué, desagradecidos», la escasez de materias primas, la escalada brutal de los precios de la energía, la plutocracia de los grandes emporios como forma de gobierno mundial…

El COVID fue, visto hoy, solo un prolegómeno..que costó millones de vidas (quizás pensaron los Hados que así aprederíamos), pero en cuya «solución» al final nuevamente triunfaron los parámetros económicos: gran número de la población mundial sigue sin estar vacunada…la parte más pobre, claro. La «parada» obligatoria del confinamiento vino bien a la Tierra, pero quedó en simple anecdota de patos andando por las avenidas, en lugar de hacernos recapacitar sobre los ritmos de vida y su equilibrio con la Naturaleza.

Luego un «que viene el lobo ruso» que no creiamos por anacrónico, se convirtió en lluvia de hierro y fuego sobre Ucrania: miles de desplazados en plena Europa, guerra de invasión y tierra quemada…los que vivimos el conflicto balcanico de los años 90 volvimos a recrear una de las páginas mas triste de la historia moderna. Europa contestó con «guerra económica» y embargos, cuyos resultados positivos desconocemos, pues, a día de hoy, solo han traido más pobreza, carencias y escalada de precios, mientras la «Gran Rusia» sigue haciendo negocio con paises menos escrupulosos con la vida humana. Hasta cuando aguantará la UE está por ver…el dinero es el dinero, y la opinión publica ve las bombas caer sobre Zaporiyia cada vez con más distancia informativa.

Riot control trucks move thorugh a rebellious crowd in the street, in a still from the science fiction film, ‘Soylent Green,’ directed by Richard Fleischer, 1973. (Photo by MGM Studios/Courtesy of Getty Images)

A todo esto en la India se registran temperaturas de 50º allá por el mes de Abril, y nos olvidamos del «efecto mariposa» hasta que nos llega un Julio a Europa con las mismas condiciones extremas. Ya hasta las corrientes de aire han sido modificadas por el ser humano, y eso trae vientos del Sahara de manera habitual a medio continente. Solución: bajemos los termostatos en invierno y subámoslos en verano …más que nada porque nos cuesta dinero, porque el planeta aguantará, esperamos. Desde hace décadas las ONG´s (cuatro hippies…)postulaban un uso racional de la energia, mientras las grades superficies ponían los aires acondicionados a 18º, que te hacían pasar frio en verano…ahora la hormiga debe sufrir como la cigarra, y de fondo los políticos prometen bajar los impuestos, que debe ser lo peor que ha inventado el hombre, pues con ellos se pagan las infraestructuras públicas médicas, de enseñanza, de comunicación….total, si el «libre sistema» proveerá.

Y sobre todo este panorama se enseñorea el poder de las grandes corporaciones, en especial las bancarias y energéticas. Sus intereses deben ser los de la «comunidad internacional» (ese es el mensaje), y los Gobiernos democráticos se pliegan a ello con mayor o menor sutileza, mientras el ciudadano permanece atónito, o distraido con Telecinco.

En esta oscuridad, cuando el destino, como en la película de Fleischer, parece alcanzarnos, solo nos queda vaciar el cargador hasta la última bala. Aún queda gente concienciada de que solo tenemos un planeta, y otros, auque solo sea por miedo, se van uniendo. Aún queda quien vacia sus roperos para compartir con quien lo ha perdido todo, o coge su coche y se planta en la frontera de la guerra para ayudar. Aún queda quien no mira la ideología sino quien hace mal al prójimo y quien busca la mejora de la Humanidad. Aún nos queda la Esperanza.

Romero solo

Escribiendo, en estos tiempos tan inciertos, miras atrás y todo se relativiza: problemas, sueños, añoranzas…y las vivencias auténticas se refuerzan, nos parecen “pecata minuta” los obstáculos que se nos interpusieron con ellas. Los caminantes estamos acostumbrados a ello: el Camino es buena escuela de superación de tantas piedras como aparecen en senda vital de todo ser humano. Porque es habitual que las obligaciones laborales y responsabilidades familiares hagan que el “peregrino constante” tenga que superar y engranar vicisitudes para lograr escapar a ese Camino siempre cercano en el alma, pero a veces lejano en la realidad de la vida que llevamos.

Ese “lamento”, tan conocido por el caminante, arrastraba yo. Muchos suspiros en estos últimos años alejado de él, pero todo llega…que el Santo no es milagrero, pero ayuda al peregrino…y allá que a mediados de mayo del “feliz 2019” subía al autobús hacia Salamanca, donde había dejado mi camino platero tres años antes… ¿o quizás fueran más en el sentimiento?, pues cambiante es el mundo siempre, pero en estos tiempos con más celeridad. Bajarse del bus en tierra charra y desbordarse los sentimientos fue todo uno: cuantos anhelos y dificultades…pero allí estábamos, por fin, bordón en mano.

Salamanca, siempre acogedora, vibraba populosa de gentes, pero el peregrino, que debe preparar cuerpo, mente y espíritu por igual, busca el rincón sereno en los albores de la partida para revisar estos puntales tan fundamentales; y allí que encontré abierto San Marcos, con su Cristo románico colgado del tiempo, en la salida histórica de la ciudad antigua. Sopa castellana para caldear el aire que esa noche anunciaba el frio que vendría en las próximas jornadas, y a soñar con el “Campo de Estrellas”.

Al despertar, la mañana fresquita y soleada despereza la ciudad y abre sus puertas al campo castellano. Largos, rectos e interminables tramos se abren como surcos en la tierra, salpicada con algún bosquete y pequeñas poblaciones que se suceden sin apenas compañeros de viaje, hasta llegar al final de la jornada a Calzada de Valdunciel. El coqueto y acogedor albergue municipal nos cobija a una “pequeña ONU”: italiana, neozelandesa, español…y la misa de la tarde, en la más que cuidada Iglesia, nos presenta a todo el pueblo en una de esas escenas, congeladas en el tiempo, que aun reúnen a los vecinos en torno a la despedida del parroquiano difunto, y que nos sitúa casi al mismo nivel de protagonismo, pues la indumentaria delata que nuestra presencia es más que ajena, y novedosa, al evento.

Ruinas del Castillo de Castrotorafe (Zamora)

Las largas rectas vuelven a romper la mañana, y un pequeño arcoíris enredado en una percha de riego da color al reseco paisaje de cereal y tierra áspera. Así llegamos a El Cubo de la Tierra del Vino, en plena festividad de San Isidro, lo que nos concede la oportunidad, al atardecer, de vivir una escena digna de ser narrada por Machado: la modesta procesión del Santo sale de la Iglesia, “Casa de Dios y Puerta del Cielo”, como reza en el dintel de su puerta, y se adentra en los campos, seguida por los devotos y algunos peregrinos, para bendecir la tierra en un rito probablemente de reminiscencias celtiberas, que enlaza con nuestro mozárabe Santo. Un lujo para el alma presenciar esta celebración, casi congelada en los siglos.

La cena al atardecer reúne a un grupo heterogéneo que alegra la mesa y da calor a la soledad que, a veces, en la Plata, nos acucia como la melancolía al eremita que, sabiendo que elige una vida de esfuerzo, seguramente echa de menos, al menos de cuando en cuando, la compañía humana.

La vivencia compartida da al amanecer un color más acogedor, a pesar del frio que, inexplicablemente, se va haciendo más presente día a día como si entráramos en un invierno tardío. El Camino, para los peregrinos hispalenses, tiene en esta jornada un componente especial, pues bordea el pequeño pueblo de Peleas de Arriba, que vio nacer a Fernando III El Santo.

La llanura verde comienza a ascender levemente, como olas que se encrespan, hasta la bajada repentina al Duero, que cerca Zamora y la esconde como el pez al anillo del Obispo Atilano, como nos recuerda su monumento en la margen del rio. La siempre cuidada y armoniosa ciudad nos lleva hasta Santa Lucía cuando el reloj de sol de su fachada marca algo más del mediodía. “Ser en la vida romero…que cruza por caminos nuevos”…los versos de León Felipe parecen hechos a medida para su tierra zamorana: vagar por sus calles mientras llega la hora de abrir el albergue no se hace ni largo ni pesado en el ánimo, al contrario; el rosario de iglesias y callejas te envuelve en un limbo de tranquilidad, belleza y sosiego…San Cipriano, Santiago del Burgo, San Juan de Puerta Nueva…Zamora es ciudad de inicio también, y eso se nota en el albergue completamente lleno, pero acogedor por la edificación tan bien distribuida y el buen hacer de sus Hospitaleros Voluntarios.

Cerca de tapial tradicional, en las cercanías de Tábara (Zamora)

Al caer la tarde, pasando por la Casa del Cid, me dirijo a una de mis iglesias preferidas. Semioculta entre las casas del arrabal y los árboles está Santiago el Viejo, donde el Campeador calzó espuelas: la primera vez sentí la necesidad de descalzarme para entrar, tal energía sentía exhalar a sus muros cargados de historia; las figurillas de los capiteles te sonríen e invitan a quedarse y meditar o simplemente escuchar tu respiración…tareas muy peregrinas todas, dicho sea de paso.

El batiburrillo de peregrinos se ordena para la cena comunal y el sueño reparador. La mañana clara nos guía, tras atravesar las murallas y dejar atrás la bifurcación hacia el interesante (y desconocido) camino platero portugués, a Roales del Pan. La localidad, con su moderno cruceiro y área de descanso para el peregrino, es lo único que romperá la monotonía hasta llegar a Montamarta, y el cambiante cielo, que se oscurece en los albores de la tormenta y enfría aún más el aire de la llanura.

El albergue, cómodo pero distante de la población, es batido esa tarde por los cuatro costados por una lluvia torrencial, tras la que amanece una mañana soleada. Atravesamos Ricobayo por el lecho del embalse, vaciado por la pertinaz sequía, y se nos abre una jornada de impresionantes ruinas ilustres, empezando por el Castillo de Castrotorafe, digno de ser cantado por el mismo Tolkien, o el Monasterio cisterciense de Moreruela, de dimensiones tan magníficas que será en su caserío de Granja de Moreruela donde encontraremos albergue y hospitalidad esa noche.

Saliendo por la mañana dejamos al frente el Camino platero para mejor ocasión, y tomamos a la izquierda por el Sanabrés. El cambio de paisaje se hace notar ya en los colores que se acentúan y multiplican anunciando territorios más serranos, y el Puente de Quintos, sobre el impresionante Esla, nos abre la puerta hacia el noroeste compostelano.

Y llegamos así a Tabara, al antiguo scriptorium de Beatos del desaparecido monasterio, por sendas que serpentean entre ramales ferroviarios que, como los antiguos dragones de los pergaminos que allí se pintaron, amenazan con su sola presencia la senda jacobea, y que tendremos que “vigilar” entre todos pues de todos es el Camino.

Tábara nos acoge y nos despide con la misma calidez: a unos hacia el Aliste y la Sierra de la Culebra, a otros de vuelta a casa, que el tiempo del gozo llega a su fin. Parten de mañana los peregrinos, y yo, solo con mi cayado, espero el autobús, como fuera de sitio, y recuerdo los versos del poeta del pueblo “Para mi el bordón sólo del romero…Yo quiero el camino blanco y sin término”

Antes de que el destino nos alcance

La tormenta ha dejado de tronar, demoledora, aunque aún llueve sobre mojado. Los lentos días del confinamiento se aceleran dejando atrás buenas intenciones, y otras que no tanto, sacándonos del túnel oscuro, como en las mejores películas, hacia la luz…pero resulta que está nublado.

En los densos y alucinantes días de marzo, cuando parecía Mad Max atravesando el páramo de las calles de una Sevilla abandonada a todo pedal para llegar al trabajo, pensaba que, dentro de todo lo negativo del momento, esta situación nos ayudaría a cambiar a mejor en muchas cosas, no en todo, pero si en gran parte. Y, aunque en menor medida (seamos realistas), lo sigo pensando.

Después ha venido esa extraña mezcla de lo mejor y lo peor del ser humano: altruismo, egoísmo, misericordia, miedo…Esta sociedad nihilista, confiada en cuerpo y alma al “Deus Ex Machina”, ha sentido como este tenía pies de barro y volvíamos al siglo XVII (que bueno que el “Discurso de la Verdad”, hubiera sido de lectura obligatoria estas semanas), encerrados en el útero hogareño, sin saber que pasaría mañana, presos del miedo ante el mínimo síntoma de enfermedad…porque seguimos siendo pequeños ante la fuerza del destino.

30 de Marzo. Amanece en Sevilla. Mi último día de trabajo antes del confinamiento

Reflexionas en esos días (no se si ponerlo como exclamación, pregunta o qué…) sobre de dónde vienes y cuál es el camino a seguir. La mía personal, que me gustaría no fuera solitaria, primeramente me reafirma en que lo estábamos (¿o mejor usar el presente del verbo?…estamos) haciendo mal: nuestra forma de vida, el maltrato al clima, y a la Naturaleza en definitiva, el creer que lo malo siempre le pasa a otros, y que generar riquezas y (supuesto) bienestar justifica pisar el acelerador a fondo y arrasar con todo lo que haga falta…ahí está la clave de porqué hemos llegado a esta situación.

Situar a las personas y al planeta en el centro de todas las cosas no es ya un deseo sino una necesidad, pero ¿hemos llegado a esa conclusión más allá de los discursos? Salimos hace unos días a la calle, como niños en mañana de Reyes, pero pronto vuelves a observar la falta de respeto de quienes no aceptan la norma que nos han puesto para salvar nuestras vidas, porque la norma es para otros y a mi me oprime; tenemos un nuevo “juguete”, en forma de guantes y mascarillas, con el que ensuciar las calles y jardines…y hay mucha prisa por volver a lo que teníamos antes, aunque sea incompatible con la salud, a que la máquina económica de la desigualdad vuelva a funcionar para volver a engordar los mismos bolsillos, o, al menos esa sensación me llevo.

Vienen tiempos de gran esfuerzo que, de verdad no de boquilla, que debe ser compartido por todos; de pensar en la comunidad como bien necesario, y en el país como hogar común; de resetearse y buscar nuevos sectores económicos a explotar, que no sean solo turismo y ladrillo; de que España tiene que tener un único sistema sanitario y educativo (en esos dos aspectos al menos), porque todos tenemos derecho a ser tratados con igualdad y a no ser menos ni más por vivir en el norte o en el sur. Dialogo, imaginación y bien común sobre las que amoldar esta sociedad, antes de que el destino nos alcance y la próxima vez no nos protejan ni nuestras casas. Aún estamos a tiempo.   

El Cerro del Cabezo

Va a hacer pronto dos primaveras…toda una eternidad en estos días que corren. Raíces de mis buenos amigos y caminantes de Jaén, tenía que probar la ancestral peregrinación al Santuario de la Virgen de la Cabeza.

Desde poco después de Marmolejo, surgía uno de los ramales que te llevan hasta la Morenita, el más histórico, que durante un par de decenas de kilómetros nos adentraba en lo más hermoso y agreste de la Sierra Morena. Naturaleza desbordante de flores y arroyuelos de aquella primavera, generosa siempre, que preñaba la tierra de colores, sonidos y olores. Todo un lujo para los sentidos.

A tramos, detrás de las trochas más elevadas, se veía, casi como en un cuento, el Cerro y la construcción pétrea de su Santuario. Leyendas, historias, tradición de la Romería más antigua de nuestra Andalucía, exhala un encanto que te envuelve poco a poco dando alas a los pies.

La llegada a Lugar Nuevo, te revela el sitio en todo su esplendor. Parece más la altura, o será que vas sobrecogido ya cuando llegas y comienzas a subir las empinadas cuestas del Santuario, dejando atrás innumerables Casas Hermandad de filiales de la devoción serrana. La cima domina los montes de alrededor y un silencio flota en el aire; presencia sentida de peregrinos que nos antecedieron y dan fuerza al lugar, el recuerdo a los héroes del cerro (gesta reconocida por todos con independencia de ideologías), y la Iglesia donde la Pequeñita, y su Chocolatín Divino, dan cariño, protección y calman el espíritu,y dan poso y energía a las piedras que se te mete muy dentro. Que alegría ver la devoción del caminante, que se impone sobre los escasos vehículos, como fue desde el Siglo XIII, como debe seguir siendo.

Un tesoro de espiritualidad, antropología, historia, tradición y Fe…pronto volveremos. Cuídense.

Del buen gobierno de las cosas

“μέτρον ἄριστον” (en la moderación esta lo mejor). El adagio clásico sirve igual para un roto que para un descosido. Aplicable a cualquier aspecto de la vida, en él se encierra la guía de nuestras acciones: encontrar el término medio.

Tolerancia y moderación adornan al ser humano, como dirían los maestros, y cuando el fiel de la balanza no encuentra estabilidad entre ilusión y razón, los mejores proyectos dan al traste.

Ermita en Casas de Reina, en el Camino Jacobeo de la Frontera

En el mundo jacobeo, como en la sociedad en general, es fácil encontrar ambos extremos, y gente que fluctúa de un extremo a otro: peregrinos “new age” para los que todo es de color; caminantes que se han escorado a lo “políticamente correcto” (que, casi siempre, va en detrimento del Camino…)y desechan cualquier actitud crítica; aquellos que han perdido la ilusión, sin darse apenas cuenta, y vagan por cómodos senderos con alergia a las botas sucias, o quien se enfrenta a los derroteros (camino de las rocas, muchas veces…) de la sirga jacobea en armado solo de guitarra y chanclas. Está el caminante que solo ha surcado los libros de la tradición santiaguista sin saber sentido en el alma las «lágrimas del Obradoiro», y el que atraviesa kilómetros, mochila a la espalda, sin saber que recorre: ambos pasan con orejeras por la universalidad de la herencia compostelana.

Repito que no es nada nuevo en la evolución de los fenómenos socio-culturales, pero encontrar el añorado equilibrio, con mayor o menor acierto (humanos somos…) las más veces es cuestión de avanzar hacia adelante sin olvidar lo que hemos andado y nos ha enriquecido en saber y comprender.

Vista del antiguo recinto fortificado de Braganza (Portugal), en la variante portuguesa del Camino Mozárabe de Santiago – Vía de la Plata

El dirigente jacobeo debe estar en el Camino y en los despachos; si olvida cualquiera de los dos ámbitos, se aleja sin remisión de la realidad peregrina. Aporta tanto una reunión con la Administración Pública, donde siempre se puede ver la luz a un problema (no todos son demonios con rabo…aunque haya que buscarlos con una linterna a plena luz del día), como la visita a un pequeño pueblo de un camino incipiente y/u olvidado que te sorprende con su acogida o su tradición ignorada por el común.

Es la obligación de quienes dirigen asociaciones y federaciones y tienen en sus manos el futuro de estas instituciones y la ilusión de los peregrinos comprometidos, que aun los hay.  

La sombra de Europa

Los extremismos son una pesadilla que se esconde, se oculta (a veces en lo más recóndito, expectante…) en la mente de toda persona. Todos estamos expuestos en algún momento, en alguna circunstancia concreta al menos, a dejar a un lado educación y valores y dejar escapar a la bestia. Siempre ha habido y habrá maestros oscuros (al lado de los cuales los Sith son «monaguillos»…) que sepan encauzar esa expresión cuasi-animal de pasar por encima de todos y de todos por miedo, por egoísmo, por sentimiento de superioridad…olvidando lo que nos hace personas…la racionalidad.

No hay que retrotraerse a los asirios o a los bárbaros…hace apenas unas cuantas décadas en Europa campearon el fascismo (breve, afortunadamente…salvo en este país…, pero intenso en maldad) y el comunismo más radical (duradero, y, a la larga y pausadamente, casi tan mortal como el primero), demostrando que entre el hombre civilizado y el que no, no hay tanta distancia a pesar de la pretendida evolución del pensamiento humano.

En Europa hace años que la ultraderecha va ganando terreno, incluso en sociedades consideradas cuna de la Razón como es la francesa, y mucho tardaba en hacerse hueco en nuestro país.

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Son los de ahora más «inteligentes» (disculpen por el insulto que ello conlleva hacia la gente inteligente, por eso lo entrecomillo) que aquellos de «brazo alzado», pero el espíritu es el mismo, la semilla heredada y adornada de falsa reacción ante el «caos» que nos inunda, ofrece rápidas «falsas salidas» a los problemas. Pero, como apuntan gente más reflexiva, no es que ahora haya «camisas azules» hasta debajo de la cama; se nutren del desencanto de la masa, del desespero, de gente asqueada del «buenismo modernillo» en el que todo vale, mas que de pensadores y convencidos.

Contra ello lo peor es la confrontación, que los alimenta y les da alas, y el maniqueísmo de que toda idea que viene de su programa es fascista (calificativo que cada vez se usa más sin saber cuál es su real significado). Hemos dejado que se apropien de valores que deberían ser de todos, como el sentido de aprecio a sentirse español (a pesar de los pesares, uno de los mejores países donde se puede nacer…), o de ideas que son de común aceptaciónn por mucha gente de ideologías varias, como el reconocer que este sistema de las Autonomías «asimétrico» por culpa de malentendidos «derechos históricos», no sirve hoy sino para que existan desigualdades entre españoles por el mero hecho de haber nacido en una u otra (lean sino lo que opina Manuel del Valle, socialista ejemplar).

Se debe obrar con inteligencia (esta vez sin comillas…), desarmándolos con ideas novedosas, no desempolvando viejas beligerancias que ya fallaron, ilusionando, no estigmatizando…tan fácil y tan difícil, pero otro camino no hay, o seguirán ganando terreno.

Misericordia jacobea

Corría el Año de la Misericordia.

Mientras esperaba en el hall del Hotel, la noche que caía, envuelta en el templado y húmedo ábrego, presagiaba un cambio de tiempo que traía olor a tierra mojada y a la ansiada lluvia. Lo que hubiera dado Michel por aquel prometedor aguacero que se cernía sobre Sevilla apenas un par de meses atrás…la vida misma.

Mientras esperaba a los compañeros que traían desde el aeropuerto a aquella familia de tierras valonas, recordó lo vivido desde aquella tarde plomiza de Septiembre. “La Plata la hizo Santiago para probar al peregrino”, le gustaba pensar, pero aquel año el sempiterno calor sureño alcanzó un punto de no retorno en los termómetros: hacía muchos días que las noches no refrescaban y un calor, como de caldera de viejo barco, convertía el aire casi en mantequilla.

Andar bajo ese sol es temerario, pero el peregrino contadas veces da un paso atrás. Una extraña fuerza se lo impide, la misma que, desde siglos, le guía siempre  hacia el Oeste, hacia la soñada Compostela…y hay un precio a pagar por ello.

Michel era experto, bragado jacobípeta en muchos caminos, templado por el viento y la lluvia de su Bélgica natal, pero ajeno seguramente a las temperaturas que la Sierra Norte y la campiña sevillana podían alcanzar.

El teléfono sonó aquella tarde como una trompeta apocalíptica despertándole en la sombra fresca de una casa cerrada, a cal y canto, como única defensa del mortífero solano:

  • Acaban de avisarnos…ha muerto un peregrino.
  • ¿Dónde?
  • En la subida al Calvario…

…Y el tiempo se paró…tantos recuerdos en ese lugar…

El desconcierto inicial generó prensa “amarilla” a raudales: que si iba solo, que si se la jugó a horas intempestivas, que era germano…

Contactos rápidos y operativos con esos “olivillas” del benemérito cuerpo que guardan nuestros Caminos aclararon circunstancias y sonó un nombre…Michel.  La Asociación de Sevilla se puso manos a la obra y ofreció al consulado belga lo poco o mucho que tenía…su hospitalidad para con la familia.

Fue todo tan rápido que en apenas unas horas la burocracia, en esta ocasión efectiva,  se había puesto en marcha repatriando el cuerpo del caminante sin haber podido hacer nada más por él ni por los suyos.

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La tradición obliga…el caminante lo lleva en la sangre…el Santo Peregrino debía ser recordado, como mandan los cánones jacobeos…enterrar a los difuntos. Los compañeros fueron unánimes y la Asociación de Sevilla acordó perpetuar su recuerdo en el lugar donde cayó; sin embargo, los intentos de contactar con la familia resultaban infructuosos.

Pero el Santo, poco acostumbrado a estos gestos que se van perdiendo entre el inconsciente colectivo de muchos “andarines” que llegan a Compostela sin haber sido peregrinos siquiera un instante, no podía dejar a uno de sus elegidos así: a punto de desechar el homenaje, les comunicaban que la familia llegaba a Sevilla para asistir en la fecha señalada…adelante, más allá.

Y aquí se encontraba, aguardando, impaciente y tenso por las posibles dificultades con el idioma, y por la incógnita sobre el estado de ánimo de la familia estando tan reciente la pérdida.

Llegaron en silencio: su hermano Jacques, su hijo Benjamín y la pareja de este último, Virginie, y, pasadas las presentaciones, Benjamín fue directamente a la herida, preguntando en un francés cerrado: ¿Cómo murió mi padre?

Le relató lo hechos; como el Santo le puso como compañera casual a una peregrina belga que lo asistió en el terrible momento, que fue rápido y fulminante, y como llegaron a él los equipos forestales. Y, de repente, Benjamín rompió a llorar…era la primera vez que oía como había ocurrido todo.

Sabiéndolos bien atendidos por el siempre hospitalario personal del hotel(…dar posada al peregrino), se retiraron a descansar todos, cuando la lluvia comenzaba a brillar sobre los adoquines de las calles. El día siguiente sería duro… y no solo por el trayecto a recorrer.

La noche fue tormentosa y amenazaba con complicar el día en el que, a petición de los familiares, un grupo de peregrinos que los acompañaban y ellos mismos harían la última etapa de Michel. Al encuentro, en el lugar donde un pequeño monolito lo recordaría, llegarían otros más caminantes, autoridades y el Padre Luis que bendijera el lugar.

Inesperadamente la mañana se tornó casi primaveral y apacible, con un sol amigo que se agradecía. Mientras subía el Calvario por la vertiente del pueblo, meditaba sobre el contraste entre la luminosidad del día, que pintaba de colores la Sierra como en un cuadro impresionista, y lo triste de lo sucedido, y pensó que la muerte de un peregrino en el Camino nunca podría ser oscura y lúgubre, más cuando sucede a pleno día y en una situación intensa de vivencias, como el peregrino gusta y solo él comprende, duras muchas veces, pero siendo su deseo de caminante estar allí y vivir ese momento, libremente elegido…porque el Camino es libertad o no es nada…y el hilo entre el disfrute y el sufrimiento, entre la vida y la muerte, delgado y difuso.

Arribando al lugar, varias docenas de peregrinos aguardaban ya la llegada del grupo que avanzaba desde Castilblanco. La sencilla estela, aun tapada, recordaría su nombre y su gesta jacobea para siempre. Y llegó la familia y el resto de compañeros; hincando la rodilla en tierra, Jacques descubrió el pequeño monolito y, con serenidad increíble, permaneció orando unos segundos. Comprendió, con los allí presentes, que se cerraba el círculo del duelo, que era la despedida negada por aquella tarde inmisericorde de Septiembre…y no hizo falta más. Michel acometió aquella última cuesta hacia el albergue eterno bajo la luz brillante.

Corría el Año de la Misericordia.

IN MEMORIAM de Michel Laurent, fallecido el 4 de septiembre de 2016 en el Camino a Compostela

Michel Laurent

Reducción al absurdo

De verdad que he tratado de no escribir sobre este…»Salvame político»…pero nos copan la atención (o lo pretenden) en el espacio-tiempo de una manera…Soy de esos que no cree en la globalización (que poco bueno ha traído…) pero si en la aldea global. Cuando se viaja con cierta tranquilidad y te abres a la intrahistoria de las gentes y los lugares, te das cuenta que con todo el bagaje histórico-cultural que nos diferencia, el ser humano es igual en todas partes, con sus problemas y sus virtudes, y que el único elemento diferenciador en el jod…dinero.

La España actual se ha cimentado sobre un modelo político y económico asimétrico, a todos los niveles: somos, tristemente, el tercer país de Europa con más diferencias socio-económicas entre sus ciudadanos, según un informa de Intermón Oxfam…creemos que el haber estado a un lado u otro de una  historia común nos da derecho a exigir.

El delicado momento histórico de la Transición hubo que salvarlo con mucho diálogo, y tragándose (sobre todo los más tolerantes, como pasa  siempre…) muchos “sapos”, y uno gordo y seboso fue el de las “nacionalidades históricas”, donde se confundieron la historia y las señas de identidad con la sempiterna aspiración del ser humano a ser “más que los demás”. Cataluña, País Vasco…Navarra en lo “económico”…seguidos, con una actitud muy diferente, por Galicia o Andalucía…forjó este panorama abonado al conflicto. El coste de vidas humanas hizo recapacitar a los vascos más radicales…pero el afán de dinero no a Cataluña. Alimentado ese falso espíritu “nacional…ista”, que se basa en haber estado media historia de España apostando por el bando perdedor que les prometía privilegios del Antiguo Régimen (lease Guerra de Sucesión, olvidadas guerras Carlistas…y paces pagadas con dinero por Reyes incapaces de ejercer con realeza…) y por un victimismo inmaduro, llegó la democracia y…lo empeoramos.

Cuarenta años de una educación “dirigida” y sesgada han dado origen a toda una generación (o dos…) de catalanes que creen ser oprimidos y menospreciados y que una vez sean independientes, serán como una Suiza del Sur, donde atarán a los perros con longaniza.

Cansancio es poco…hartazgo de que aparezcan como el principal problema en España, cuando hay millones de parados, grandes fortunas enrocadas en si mismas, y corruptos andando por la calle sin problema…la solución pasa, a pesar de todo, por el diálogo y la educación igualitaria para todos los españoles (pues tenemos una Historia conjunta que nos une, no que nos separa) ya que es imposible ponerle un psiquiatra a cada independentista fanatizado que se cree la victima número uno de no se sabe que.

Lo único cierto, por reducción al absurdo, es que el “catetismo” (que en eso ha desembocado todo este nacionalismo) se cura si nos detuviéramos a conocer al otro, con los mismos problemas y sueños que cualquier otro ser humano, respetáramos más a nuestros semejantes y  frenáramos la ambición desmedida de nuestro tiempo colaborando no apedreándonos…que no somos el ombligo del Mundo.

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Me he dado cuenta

Con esta frase sencilla y clara se lanzó una campaña por parte de las ONG´s, hace un par de días, a fin de llamar la atención sobre el incumplimiento de los países de la UE (la «E» cada vez estoy más convencido de que es «Económica»…) en los compromisos para acoger las mareas de refugiados de las guerras desatadas por el Daesh y los dictadorzuelos de Oriente Próximo. Si, ¿se acuerdan?, esos miles de infelices arremolinados en campos, como el de la foto, de «acogida» que más bien parecen de concentración.

El hastag dio alguna guerra, pero perdida frente a los del futbol que copan los primeros lugares en España cada vez que hay partido…ese es el nivel del español medio, no le demos más vueltas.

Pero muchos nos damos cuenta, y creo que cada vez más, que es simplemente el criterio económico lo que da la entrada o la niega a un ciudadano extra-comunitario. El desafortunado que llega en patera es mirado con desconfianza y se le ponen todas las trabas del mundo; el que llega con un contrato de compraventa de armas (nuestros «amigos» saudíes, por ejemplo, tan dados al salafismo…) o para dar patadas a un balón…pase usted que lo estábamos esperando.

El egoísmo y el dinero rigen el mundo…fuera y dentro de nuestras fronteras (no otro es el «problema catalán»…aunque eso da para varios artículos más…), pero la conciencia no se puede acallar con eso; el ciudadano normal, de ambiciones y aficiones «normales», es el mismo en cualquier lugar del planeta: solo hay que viajar para darse cuenta. Nos «adormecen y entretienen» con cortinas de humo para evitar que pensemos, pero solo hace falta un rayo de luz para despertar…y darse cuenta.

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No es Navidad

No falla. Terminando Halloween ya teníamos anuncios (de consumo) navideños en todos lados. Mi hija me preguntó el otro día «¿Papa, cuando empieza la Navidad?» le dije «¿Según El Corte Ingles? Ya…pero es mentira»…claro, con solo cuatro años, su ceño se frunció…y pido perdón al esa gran superficie que es de las que más «aguanta» este calendario consumista, en comparación con otros.

La fiesta siempre ha tenido dos características obvias a toda celebración: lo corto que se nos hace y lo que de extraordinario tiene. Hoy estas premisas se olvidan, porque hay que vender como sea y cuando sea, y si no estoy de fiesta continua no estoy agusto…. Por ello el periodo de compras navideño habrá comenzado, pero la Navidad no… Básicamente  porque es un tiempo litúrgico, que poco tiene que ver con los calendarios comerciales o los que celebran el «equinocio de invierno» (fiesta que luchó por conmemorar el régimen nazi, por cierto…),opciones donde se predica precisamente todo lo contrario de la dinámica de esta sociedad.

Comenzó este domingo pasado, si la quieren en su acepción más «tempranera», confundiéndose aun las luces rojizas del mes de difuntos con las de la corona de Adviento, y tendrá su «oficialidad», traicional y familiar, el día de la Inmaculada, con la puesta del «belén»…porque la fiesta debe seguir siendo algo extraordinario y condensada en su duración temporal…o dejará de ser fiesta para ser tiempo ordinario.

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