Archivos Mensuales: septiembre 2016
El Hundimiento
Alepo está pronta a capitular…a sangre y fuego…parece un titular de la Cronica Francorum medieval, pero está sucediendo hoy. Como dijo el sacerdote esta mañana en la homilía, las televisiones hablan de medio centenar de muertos esta noche como si fuera una novedad, cuando ocurre cada día. Si, esa Iglesia a la que se tacha demasiado a la ligera de estar al margen de la realidad es la que hoy nos ha hecho reflexionar con más profundidad, entre “Salvames” variopintos y partidos de futbol…opio del pueblo.
Es, hoy por hoy, el máximo ejemplo del fracaso “civilizador” de Occidente, que interviene solo para su interés, que bombardea por ”error” y replica al “fallo” hundiendo hospitales bajo los misiles que, al parecer, nadie dispara y cuya responsabilidad nadie asume, que debate en burocráticos ejercicios de hipocresía sin ensuciarese las manos siquiera: Estados Unidos y Rusia ni quitan ni ponen Rey…
Luego, cuando ya perdamos la cuenta de los muertos, haremos planes de reconstrucción, como si las vidas perdidas pudieran recobrarse. Un día pagaremos por esto, justos por pecadores, por tanta amnesia y olvido, por tanta sangre inocente…no es una película de ficción que pasa por la pantalla, es la decadencia de la civilización que nos pillará ebrios de autocomplacencia y egoismo.
Pasa la vida
Y la vida siguió, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido…dice la canción…pero no es del todo cierta. La vida nos trasciende a pesar de lo que hagamos, pero el darle significado, el captar esos momentos que lo tienen, es lo que hace que el tiempo nos llene de plenitud y tenga sentido nuestra existencia.
Los hijos son espejo y reflejo de lo que somos, de lo que quisimos o queremos, e, incluso, de lo que no logramos ser. Van por delante nuestro, nos sorprenden a cada paso, y nos enseñan (como aquella conciencia de los héroes latinos) que somos mortales.
Su inocencia de niños es sabiduría si se presta atención, sus historias siempre son con moraleja. Sus años parecen correr veloces, pero es nuestro tiempo de padres el que lo hace con ligereza. Es el tiempo sin tiempo cernudiano…y hay que aprovecharlo.
Arrakis
Estamos en un momento de puesta en valor de sagas literarias que, si además son llevadas con habilidad y maestría a la pantalla, despuntan por su calidad entre tanta ramplonería. Canción de Hielo y Fuego, El Señor de los Anillos y obras tolkienianas…son mis preferidas (este blog es reflejo de ello), pero aun se resiste una pieza maestra de la literatura de ciencia ficción.
Star Wars reina por aclamación, pero en los prolíficos años 60-70 surgieron obras geniales, y populares, de la mano de Philip K. Dick o Ray Bradbury, o, ya más intelectuales y, a mi entender, buenas pero sobrevaloradas sagas como las de Asimov y su “Fundación”. De esta hornada surge un escritor imprescindible para el aficionado, como es Frank Herbert, creador de Dune: el planeta desértico con sus habitantes (fremen) sobre el que pivotan casas estelares en continuas luchas, del que surge la materia que mueve el universo (la melange), y el Mesías que guiará la rebelión contra esos nobles decadentes.
Dune es un compendio de ecología, filosofía, religión, crecimiento personal…mundo fantástico cercano y lejano a la vez. La serie de novelas, ganadora de los premios Hugo y Nébula, ha sido llevada a la pantalla en dos ocasiones: la estéticamente subyugante de David Lynch, pero fallida en la ingente tarea de contar algo tan denso, y la miniserie alemana de Scifi Channel, mejor en su narración pero floja en cuanto a su plasmación, aunque “Hijos de Dune” remontó en este sentido.
Se escucha que la todopoderosa HBO puede estar tras ella. Ojalá sea. Merece mejor suerte en el plano fílmico, una saga literaria que marca un antes y un después en la Ciencia Ficción. La especia debe manar.