Arrakis
Estamos en un momento de puesta en valor de sagas literarias que, si además son llevadas con habilidad y maestría a la pantalla, despuntan por su calidad entre tanta ramplonería. Canción de Hielo y Fuego, El Señor de los Anillos y obras tolkienianas…son mis preferidas (este blog es reflejo de ello), pero aun se resiste una pieza maestra de la literatura de ciencia ficción.
Star Wars reina por aclamación, pero en los prolíficos años 60-70 surgieron obras geniales, y populares, de la mano de Philip K. Dick o Ray Bradbury, o, ya más intelectuales y, a mi entender, buenas pero sobrevaloradas sagas como las de Asimov y su “Fundación”. De esta hornada surge un escritor imprescindible para el aficionado, como es Frank Herbert, creador de Dune: el planeta desértico con sus habitantes (fremen) sobre el que pivotan casas estelares en continuas luchas, del que surge la materia que mueve el universo (la melange), y el Mesías que guiará la rebelión contra esos nobles decadentes.
Dune es un compendio de ecología, filosofía, religión, crecimiento personal…mundo fantástico cercano y lejano a la vez. La serie de novelas, ganadora de los premios Hugo y Nébula, ha sido llevada a la pantalla en dos ocasiones: la estéticamente subyugante de David Lynch, pero fallida en la ingente tarea de contar algo tan denso, y la miniserie alemana de Scifi Channel, mejor en su narración pero floja en cuanto a su plasmación, aunque “Hijos de Dune” remontó en este sentido.
Se escucha que la todopoderosa HBO puede estar tras ella. Ojalá sea. Merece mejor suerte en el plano fílmico, una saga literaria que marca un antes y un después en la Ciencia Ficción. La especia debe manar.
Publicado el 13 septiembre, 2016 en Literatura. Añade a favoritos el enlace permanente. Deja un comentario.
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