Pasa la vida
Y la vida siguió, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido…dice la canción…pero no es del todo cierta. La vida nos trasciende a pesar de lo que hagamos, pero el darle significado, el captar esos momentos que lo tienen, es lo que hace que el tiempo nos llene de plenitud y tenga sentido nuestra existencia.
Los hijos son espejo y reflejo de lo que somos, de lo que quisimos o queremos, e, incluso, de lo que no logramos ser. Van por delante nuestro, nos sorprenden a cada paso, y nos enseñan (como aquella conciencia de los héroes latinos) que somos mortales.
Su inocencia de niños es sabiduría si se presta atención, sus historias siempre son con moraleja. Sus años parecen correr veloces, pero es nuestro tiempo de padres el que lo hace con ligereza. Es el tiempo sin tiempo cernudiano…y hay que aprovecharlo.
Publicado el 17 septiembre, 2016 en Vida. Añade a favoritos el enlace permanente. Deja un comentario.
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