Archivos Mensuales: agosto 2022

Cuando el destino nos alcance

Cuando en la primavera del 2020 surgió aquella pandemia, de la que hoy el olvidadizo y poco atento ser humano apenas ni se acuerda (salvo por las ocasionales, y sesgadas, estadísticas públicas de los telediarios), nada nos hacía pensar, presos de miedo en nuestros espacios de confort, que solo era el inicio de un siroco que aún hoy nos arrasa sin compasión.

Acostumbrados a que las desgracias que veiamos en la TV sucedían solo tras las murallas (creiamos) infranqueables de Occidente, no estabamos preparados…y seguimos sin estarlo. A la enfermedad siguió una guerra de otro tiempo (conquistas para el «imperio» postsoviético,,,¿creiamos que había desaparecido?), el planeta diciendo «hasta aquí llegué, desagradecidos», la escasez de materias primas, la escalada brutal de los precios de la energía, la plutocracia de los grandes emporios como forma de gobierno mundial…

El COVID fue, visto hoy, solo un prolegómeno..que costó millones de vidas (quizás pensaron los Hados que así aprederíamos), pero en cuya «solución» al final nuevamente triunfaron los parámetros económicos: gran número de la población mundial sigue sin estar vacunada…la parte más pobre, claro. La «parada» obligatoria del confinamiento vino bien a la Tierra, pero quedó en simple anecdota de patos andando por las avenidas, en lugar de hacernos recapacitar sobre los ritmos de vida y su equilibrio con la Naturaleza.

Luego un «que viene el lobo ruso» que no creiamos por anacrónico, se convirtió en lluvia de hierro y fuego sobre Ucrania: miles de desplazados en plena Europa, guerra de invasión y tierra quemada…los que vivimos el conflicto balcanico de los años 90 volvimos a recrear una de las páginas mas triste de la historia moderna. Europa contestó con «guerra económica» y embargos, cuyos resultados positivos desconocemos, pues, a día de hoy, solo han traido más pobreza, carencias y escalada de precios, mientras la «Gran Rusia» sigue haciendo negocio con paises menos escrupulosos con la vida humana. Hasta cuando aguantará la UE está por ver…el dinero es el dinero, y la opinión publica ve las bombas caer sobre Zaporiyia cada vez con más distancia informativa.

Riot control trucks move thorugh a rebellious crowd in the street, in a still from the science fiction film, ‘Soylent Green,’ directed by Richard Fleischer, 1973. (Photo by MGM Studios/Courtesy of Getty Images)

A todo esto en la India se registran temperaturas de 50º allá por el mes de Abril, y nos olvidamos del «efecto mariposa» hasta que nos llega un Julio a Europa con las mismas condiciones extremas. Ya hasta las corrientes de aire han sido modificadas por el ser humano, y eso trae vientos del Sahara de manera habitual a medio continente. Solución: bajemos los termostatos en invierno y subámoslos en verano …más que nada porque nos cuesta dinero, porque el planeta aguantará, esperamos. Desde hace décadas las ONG´s (cuatro hippies…)postulaban un uso racional de la energia, mientras las grades superficies ponían los aires acondicionados a 18º, que te hacían pasar frio en verano…ahora la hormiga debe sufrir como la cigarra, y de fondo los políticos prometen bajar los impuestos, que debe ser lo peor que ha inventado el hombre, pues con ellos se pagan las infraestructuras públicas médicas, de enseñanza, de comunicación….total, si el «libre sistema» proveerá.

Y sobre todo este panorama se enseñorea el poder de las grandes corporaciones, en especial las bancarias y energéticas. Sus intereses deben ser los de la «comunidad internacional» (ese es el mensaje), y los Gobiernos democráticos se pliegan a ello con mayor o menor sutileza, mientras el ciudadano permanece atónito, o distraido con Telecinco.

En esta oscuridad, cuando el destino, como en la película de Fleischer, parece alcanzarnos, solo nos queda vaciar el cargador hasta la última bala. Aún queda gente concienciada de que solo tenemos un planeta, y otros, auque solo sea por miedo, se van uniendo. Aún queda quien vacia sus roperos para compartir con quien lo ha perdido todo, o coge su coche y se planta en la frontera de la guerra para ayudar. Aún queda quien no mira la ideología sino quien hace mal al prójimo y quien busca la mejora de la Humanidad. Aún nos queda la Esperanza.

Liébana, última Thule

Las reliquias de la cruz, donde se cree sufrió tormento aquel buen Rabí de Galilea, acaso sean el motivo más antiguo, en la religión cristiana, por el que los peregrinos emprendían su camino. Es este el vestigio más cercano y difundido de un objeto que estuviera en contacto con la divinidad, y el más antiguo del mundo cristiano: la advocación de la Vera Cruz, suele ser la Titular de las primeras congregaciones de fieles, cofrades o devotos, que aparece en las poblaciones del común cultural que forman el arco mediterráneo. Probablemente el mercadeo de reliquias en tiempos pasados invalidó, o cuestionó al menos, la mayoría de ellas, pues, de juntarse, a más de una le pasaría como con los huesos de cierto Santo que, mandados traer a Roma, llenaron tres carros.

Pero ello no debe hacernos pensar que toda reliquia es susceptible de manipulación más o menos interesada a manos de los hombres: cierto es que son escasas, pero algunas hay que se veneran en base a un devenir de siglos recogido en crónicas y escritos con bastante exactitud y que, sometidas incluso a pruebas científicas, cuanto menos aportan datos que nos hacen pensar si no estamos realmente ante un objeto cierto de veneración, como custodian con mimo y celo tantos monasterios e iglesias del orbe cristiano.

Conocido es que Jerusalén, Roma y Santiago son los tres vórtices de peregrinación, custodios de los más importantes vestigios de los Apóstoles y de Jesucristo, y que gozan periódicamente de Año Jubilar (a los que se ha unido más recientemente Caravaca de la Cruz); pero pasa un poco desapercibido un quinto lugar, escondido entre las montañas cántabras y cargado de una historia y una naturaleza apasionantes.

Siete Sellos (Centro de Interpretación Beato Liebana – Potes)

Corría el 2017, Año Jubilar por aquellas tierras, cuando nos encaminamos hacia allí. Cuentan las crónicas que, ante el avance musulmán en la península, entre las muchas reliquias que buscaron cobijo en territorio cristiano estaba este Sagrado Leño que Santo Toribio había traído de Tierra Santa, perteneciente a uno de los brazos de la Cruz, y que las dataciones científicas aseguran es del siglo I A.C. y de una especie de madera de ciprés autóctona de Palestina.

Fijamos el punto de partida en San Vicente de la Barquera, arracimada en su espolón de tierra y rodeada por el siempre rugiente Cantábrico, que nos dio la bienvenida en una tarde plomiza de Octubre. Peregrinos norteños se mezclaban con los “cruceños” que partiríamos a la mañana siguiente, cobijados todos en el albergue cercano al antiguo hospital de peregrinos de La Concepción. De mañana todos se despedían hacia Compostela salvo un joven espigado francés, Quentin, que haciendo gala de un exquisito trato nos acompañó hasta la salida de la población.

La primera etapa se presentó exigente desde el inicio, pero el exceso de asfalto, suplido por impresionantes paisajes, no nos hizo desistir de continuar por el camino histórico tradicional, desechando la senda del Nansa (invento moderno de autoridades poco interesadas en lo auténtico, y más propia para senderistas que para peregrinos…), continuando hacia la Ferrería de Cades para acceder al impresionante Valle de Lamasón. Con el calor impertinente de aquel Octubre, convertido en verano por este cambio climático que nos azota, llegamos a Sobrelapeña al caer la tarde, con la mole vigía de Santa María dominando el término.

La mañana trajo algo de lluvia y viento fresco de las montañas, que serenó el ambiente mientras nos encaminábamos hacia La Fuente y su preciosa (y cerrada en pleno Año Santo…) Iglesia de Santa Juliana. Una senda ascendente nos conduce al Collado de Hoz mientras el cielo amenazaba tormenta. Dura la subida con un paisaje digno de un cuadro el que iba quedando a nuestras espaldas. Y en lo más alto, una pequeña cabaña muestra en su puerta a Rosa, una anciana que trabaja cuencos y utensilios de cocina con sus propias manos y una oxidada navaja: el peregrino, reacio a cargar con cualquier cosa que le aporte peso, no se puede resistir sin embargo ante su dedicación, a comprarle algo y echar unos minutos de charla sobre lo divino y lo humano, obteniendo además como recompensa un buen puñado de nueces…es la intrahistoria del Camino que podemos encontrarnos si abrimos los sentidos y encerramos las prisas en un cajón.

Se suceden los valles y collados de esta “Ultima Thule” que es Liébana: el camino ahonda en simas históricas, que fueron reductos de familias godas e hispanas que se refugiaron allí del ímpetu del Al Andalus dominante. Pero el paraíso también hoy está amenazado: en medio del bosque de acebos que rodea nuestra senda, surge el humo de una quema de rastrojos que se descontrola por momentos antes de bajar a Cicera.

Tapa de la tumba de Santo Toribio – Monasterio de S. Toribio de Liebana

Aquí las montañas se cierran como gigantes que custodian el Desfiladero de La Hermida y dejan entrever con dificultad los pasos de montaña que nos acercan al “sancta sanctórum” del valle. Elegimos el Camino Real que sube hacia el Canal de Francos; equivoco nombre el de “canal” pues lejos de ser llano y “navegable” se convierte en una subida de siete kilómetros que tardamos tres horas en hacer, atravesando por la Braña de Beres densos bosques donde vuelve a habitar incluso algún oso pardo. La luz declinante comienza a atravesar ya con dificultad el techo de hojas de los bosques cuando, a media tarde, terminamos la subida en el Collado de Arcedón, y aparece a nuestros pies Lebeña.

La parada aquí es obligatoria. El orgulloso pueblo atesora un transcurrir singular a través de los siglos, y dos tesoros engarzados: su Iglesia de Santa María, con su Virgen de la Buena Leche, y M ª Luisa, su guía y cuidadora. La belleza mozárabe del edificio, con su sorprendente campanario moderno, y que sin embargo parece labrado por alarifes alto-medievales, se envuelve en la seda de los relatos de druidas y monjes que habitaron esos lares y que brotan del corazón de M Luisa, avezada narradora…de esas que hacen que no mires el reloj.

En el exterior, un olivo milenario y un pequeño y joven tejo (esqueje de la pareja de aquel, destruido por un rayo), recuerdan la historia de dos mundos equidistantes que se unieron en una bella historia de amor allá por el siglo XI.

El “edén” de Lebeña solo tiene una espina, y es el hecho de que alojarse allí es tarea difícil; por suerte Luis, casi el único taxista del valle, nos saca del atolladero y nos lleva a pasar la noche a Tama, al Corcal de Liébana donde Adolfo ejerce la hospitalidad. No, no es un albergue, pero la acogida no puede ser más hospitalaria, con todo detalle para dos cansados caminantes. De amanecida, retornamos a las puertas de Santa María para continuar.

El rio Deva, con el frescor de sus aguas, nos alivia temprano del sofoco de la subida hasta Allende. Dejando atrás la localidad por su primitiva ermita que, mimetizada con la montaña, atravesamos, casi sin darnos cuenta, por encima de su techo, adentrándonos en un estrecho y tupido valle surcado por el arroyo Cobejo que nos sirve casi de único guía, pues el follaje se cierra sobre nosotros ocultando cualquier referencia en el horizonte.

Rusticas pasarelas de madera nos sacan poco a poco a la luz de antiguos castañares que nos dejan entrever Cabañes, con sus casitas resbalando por la ladera. A partir de aquí, el descenso será prolongado hasta la ermita de San Francisco, ya en el término de Potes. Las huellas de la “civilización” se acentúan hasta hacernos entrar en la Villa de los Puentes y las Torres.

Potes bien merece una visita sosegada de aquellos que saben valorar las grandes historias que se ocultan tras lo aparentemente pequeño, así que hacemos noche allí para acometer a la mañana siguiente la subida a Santo Toribio. Atravesamos con las primeras luces el Puente de San Cayetano, donde confluían todos los caminos de peregrinos para hacerse uno sólo hasta el Lignum Crucis. Antiguas ermitas, como San Juan de la Casería, se desperdigan por todos lados, hasta que, a la vista del albergue de peregrinos del Monasterio, vemos llegar nuestra meta.

Los sobrios sillares del cenobio muestran abierta la Puerta Santa en esos días, por la que el peregrino, emocionado aun por la llegada, se adentra en la iglesia: la Fraternidad Franciscana guarda ahora la tumba de Santo Toribio, con su tapa desvencijada por los continuos “recuerdos” que los caminantes arrancaban en forma de lasca de madera, y la Capilla del Lignum Crucis, que, a la hora del oficio divino, es mostrado cada día de este Año Santo a los peregrinos, y besamos con humildad, quizás con incertidumbre, quizás con devoción. Misa tranquila, con la iglesia llena pero sin apreturas, que nos permite ver, gracias a las inconfundibles mochilas (a las que aquí, afortunadamente, se les permite la entrada como elemento bendecido del peregrino que es…), a los compañeros de camino; sorprendentemente muchos de los que partimos de San Vicente confluimos allí, como el “caballero francés” de Quentin: a la hora de la Paz, los abrazos entre nosotros no pueden ser más sinceros.

Para orgullo de “patria chica” queda el dato de que son los peregrinos sevillanos los más numerosos ese año: no por nada en Sevilla también tenemos “lignum crucis” custodiado por la Hermandad más antigua de la ciudad, la Vera-Cruz.

Las montañas, como los Siete Sellos bíblicos, cierran Liébana y parecen protegerla de ese “apocalipsis” con el que las masas y el consumismo amenazan nuestros caminos. Beato guardó vigilia una Nochebuena esperando al Anticristo…tampoco es para ponerse así, pero no nos durmamos esperando que la salvación de las sirgas de peregrinación venga, al sonido de Siete Trompetas, de la mano de alguna fuerza divina: la preservación de este tesoro y su puesta en valor está en el alma y el cariño de cada peregrino…tan fácil y tan difícil. Buen Camino

Llegando a Lebeña

(Artículo publicado en la Revista Peregrino nº 201-202, con el título «De Camino a Santo Toribio de Liebana»)

ASOCIACION AMIGOS DEL CAMINO DE SANTIAGO Y JUBILAR LEBANIEGO

Asociación creada con el objeto de recuperar el Camino Real Histórico por la costa de Cantabria a Santiago y Santo Toribio (Camino Lebaniego)

El Aquelarre

Escritos heterodoxos y Reflexiones heréticas desde lo profundo del Bosque Oscuro

Pilgrimage In Medieval Ireland

pilgrim roads, rituals & destinations

El Arco de Odiseo

Divulgación histórica y arqueológica del Mediterráneo antiguo

Franciscanos ofm Santiago

Provincia franciscana de Santiago. Actualidad y Presencia en el Noroeste de la Península. Fraydino@gmail.com

Al-Andalus y la Historia

Revista de divulgación histórica

Camino de vuelta

José Antonio de la Riera

Albergue Santa María de Fuenterroble de Salvatierra

Casa Parroquial, hogar de acogida y albergue de peregrinos

Blog oficial del Ejército de Tierra de España

Blog oficial del Ejército de Tierra

Berenguela JoyasdelCamino®

Artesanía del Camino de Santiago de Compostela. The Way of Saint James Crafts

Cristina Colmena

Writer and Playwright

La túnica de Neso

Departamento de Latín IES La Senda Quart de Poblet

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20 AÑOS de servicio informativo (ISSN: 1579-6345)

Tradición Jacobea

Un espacio WordPress.com para el peregrino jacobeo

El Camino de Jesús Palacios

Es una pena que en la vida no haya flechas amarillas... @JesusPalaciosG www.elcaminodejp.es

En los Reinos de Tartaria

Hic sunt dracones