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Ser ciego…
El viajero que se acerca a una ciudad sabe que esta, como si de una mujer hermosa se tratara, tiene sus mejores momentos según el tiempo y el espacio. Granada me gusta siempre…pero en otoño más… y si es al caer la tarde sobre el Darro, cuando la luz, siempre brillante pero tamizada por los siglos, parece atravesar como un fino estilete los muros milenarios de sus puentes y muros, comprende uno la canción de que «no hay nada más triste que ser ciego en Granada…»
El poso nostálgico de los suspiros de sus señores nazaríes, que aun parecen resonar en las estancias de la fortaleza roja, te dejan ese sentimiento de paraiso perdido que la ciudad rezuma por sus poros. Nostalgia de esplendor y belleza, como si lo que vieras estuviera a punto de derrumbarse ante tus ojos incapaces de abarcar todo lo que ves, y lo que no se ve pero se intuye, aunque no con los ojos…
Para mi es la ciudad andaluza de sabor más norteña. La pisada firme de los castellanos dejó impronta fuerte y resonante en sus calles también, en un difícil equilibrio, que no superposición, con la herencia musulmana que se resiste a doblegarse al paso del tiempo, aunque sus alarifes ya no estén, ni los Abencerrajes la defiendan. Sus cármenes secretos y calles, que parecen crecer en un orden natural más que con una lógica urbanística, los templos y palacios en pie o derruidos, todo guarda su secreto que parece jugar con el silencio de una ciudad que, a pesar de su vitalidad, será siempre un recuerdo romántico en pie con un cansancio glorioso de tanta vida transcurrida por sus venas.

Luna de verano
Ya paso tiempo, pero curiosamente la de estas noches me ha traido su recuerdo. Málaga, varada al borde del Mare Nostrum, nos ofreció a los peregrinos andaluces, hace ya casi un año, una luna sin igual que compensó calores y demás en un paseo por sus calles nocturnas.
Bullicio del estío que rebosaba sus calles, muros jacobeos en su Iglesia de Santiago, y al final, la Alcazaba, colgada del collado como una imagen de otros tiempos, desconocida para muchos, último bastión costero nazarí antes de la caida de la Fortaleza Roja. Sus muros retienen historias e Historia, y la luz de sus patios y fuentes derraman sabiduría de otros tiempos.
De mañana, los esteros y arenales nos esperaban en abrazo fraternal con los compañeros venidos de media España. La luna fue testigo…como estas noches.

Donde el viento da la vuelta

Las nieblas del tiempo aun guardan lugares donde el tiempo se paró. Gusta ver que en esta era en la que todo parece estar más que «controlado y civilizado» existen espacios para el hombre y la tierra, frente a frente, sin más fuerzas que sus piernas, su mente y su corazón.
Galicia esconde algunos de esos lugares. Su punto más norteño sitúa en el imaginario de generaciones el puerto de las almas que abandonan esta tierra hacia otros planos espirituales. Lugar celta cristianizado, como tantos, por la «presencia» apostólica de S. Andrés, al que hay que ir, si o si, si se quiere descansar en paz.
Tradiciones casi perdidas, naturaleza feroz que casi oculta las sendas que hacia él discurren, y lugar para vivencias. Teixido es de esos lugares donde el viento da la vuelta, pero no los pasos de los peregrinos que hacia él discurren. Alejado de aglomeraciones, encierra un acervo de costumbres que merece la pena vivir y mantener. Camino del Mar, ve mejor de vivo y los disfrutarás más.

A la vera de Itálica
A veces los arboles impiden ver el bosque. La otrora todopoderosa Itálica, enseñorea aun hoy sus ruinas de pasado esplendor como máximo atractivo de Santiponce, pero, siguiendo el Camino Mozárabe a Santiago – Vía de la Plata (porque para aprehender este edificio desde el inicio, hay que acercarse a él caminando), nos encontramos con la mole, en apariencia ruinosa (gracias a una restauración inacabada que duerme el sueño de los justos), del Monasterio de S. Isidoro del Campo.
Antigua ermita en la que cuenta reposaron los restos de S. Isidoro originariamente, y que fue lugar de peregrinación en tiempos oscuros de cristianismo incipiente, atesoró también las reliquias de S. Geroncio, mártir venerable, siendo pues desde sus albores centro de atención religiosa y de poder.
Cistercienses, Jerónimos, herejes que, aunque pueda parecer paradójico, trajeron sabiduría y progreso a estas tierras, mausoleos nobiliarios, mudéjar de yeserías y azulejos inimitables, hacen de este lugar un edificio único. En sus rincones encontramos desde mensajes encriptados de historias de amor en torno a unos calamares, a biblias del oso, pinturas murales con significados contradictorios…arte inigualable.
Desamortizaciones, abandonos, políticas culturales cicateras, nos dejan solo una parte visible y compartida para el ciudadano; iniciativas como las de Engranajes Culturales (¡ loa a los valientes que apuestan por la cultura !) nos descubren su magia nocturna y hacen que vuelva a resonar la música entre sus muros, devolviéndole su alma. Peregrinos plateros pasan por él asombrados unos, los que se detienen sin premuras, ignorantes otros, los que llevan prisa por sumar km en su credencial. Tan cerca y tan desconocido. Detén tus pasos, tómate tu tiempo para descubrirlo…

Cuna de Occidente
Reconozco que era un sueño casi de la infancia. Desde mi primer contacto con la Odisea, en uno de esos libros ilustrados de la niñez que me indujo a adentrarme en el mundo mitológico (apoyado, todo hay que decirlo, por ese «Ulises XXXI», de cuando las series de dibujos animados eran algo más que meras chorradas de consumo como la inmensa mayoría de las de ahora…), pasando por la lectura de «Dioses, tumbas y sabios», de C.W. Ceram, que me regaló mi padre, la fascinación por la Hélade no hizo sino crecer.
Frustrados intentos de viajes, como a Odiseo, me impedían una y otra vez llegar…pero a pesar de los hados de las vicisitudes de la vida, por fin puse pie en tierra greca. Tratando de alejarnos lo más posible de experiencias turísticas de sol y playa, pisar el promontorio micénico donde Schliemann halló el tesoro de Atreo fue un momento de emoción intensa grabado a fuego en el alma, pues representaba la consecución de un sueño. Estar en el ombligo del mundo antiguo, donde las águilas de Zeus se cruzaron, no te deja indiferente…la mística de Meteora.
Y además su naturaleza, la hospitalidad de los griegos, su rica gastronomía, el poso de civilizaciones y luchas que nos legaron la base de una cultura que nos hace civilizados. El griego, orgulloso de su pasado a pesar de los vapuleos del presente, te enriquece a cada paso. Quedan pendientes muchos rincones, muchas islas, cada una con su historia, paisaje, vicisitudes propias. Queda regresar a esa Itaca, como buen viajero.

Rincones perdidos
06/11/2014
Ya este verano pude comprobarlo. El Norte de Palencia esconde un entramado de pequeñas joyas románicas que se mantienen en su primitivismo, ajenas al «progreso» que tanto daño hace a veces. En armonía con la naturaleza que las circunda, estas iglesias necesitan de más protección, aun si cabe, que los grandes y conocidos monumentos, pues su aislamiento las expone al olvido del común.
Os dejo de muestra (foto de un amigo y peregrino maestro de la cámara…Paco Vallejo) una que próximamente va a ser restaurada en Villanueva de la Torre…por cierto, cerca de un perdido ramal del camino de Santiago…pero esa es otra historia.

El Ribat del Sur
23/10/2014
La lluvia, torrencial a veces, no quiso faltar a las «Islamicas 2014», que un año más (y hay que dar gracias, en este tiempo bárbaro en el que la cultura es la primera sacrificada por motivos económicos…aunque, ahora que caigo, ¿no fue siempre así?) se han celebrado en Almonaster la Real.
No faltó tampoco el colorido de sus zocos, tamizando el escaso sol de esos días, llenode puestos de lo más diverso, y todos de calidad; el simposio internacional, donde se vislumbró la riqueza de las diversas culturas que poblaron Al-Andalus; la rica gastronomía de los puestos callejeros y la elaborada y recuperada andalusí de los bares y restaurantes…el buen ambiente y lo enriquecedor de este evento, en el antiguo ribat, el más al sur de la península, en tiempos posición fuerte contra el avance imparable de los reinos cristianos, y que hoy, quizás, sigue siendo uno de esos símbolos de resistencia cultural contra la tempestad económica, que todo lo valora y supedita a este sistema que ahoga al ciudadano y a la cultura. Que no decaiga y cumpla muchos años más.

Infanzones del Pisuerga
18/09/2014
No se si será snobismo o que uno es «rarito» por definición, pero mis destinos vacacionales no son los comunes al uso: vamos que yo a los tres días de playa me doy de cabeza contra las paredes…necesito algo más. Así este verano tocó Palencia…si, Palencia también existe…y es sorprendentemente desconocida: paraiso del románico y la historia, de los interminables campos góticos y de los montes que jalonan el desconocido Camino de la Besaya de regusto jacobeo. Allí encontré monasterios majestuosos que cobijaron rebeliones, la Virgen Blanca del Rey Sabio, la sirga templaria que acompaña a los caminantes temerarios de un verano duro por aquellas tierras, el lechazo… y la sabiduría de una tierra antigua.
Siempre me informo y documento antes de ir, pero esta vez todo quedó en conjeturas de cortas miras cuando descubrimos la realidad de una provincia olvidada ( inmerecidamente) que esconde naturaleza y arte en cada pueblo por pequeño que sea, y que me hizo variar una y otra vez mis planes en un inutil intento de aprehender un territorio con fondo. Para los que opinan que en España ya está visto todo…lo que sale por la televisión desde luego.
