El sueño (espejismo) de Europa
Siempre fui ciertamente pesimista (escéptico lo llaman los políticos) con la idea de la Unión Europea. Creo que la historia (gran maestra a la que pocos atiende y de la que muchos menos aprenden), pesa mucho y, tarde o temprano, pasa a cobrar su factura a esta Humanidad que tropieza una y otra vez en los mismos errores.
La cultura y la forma de vida nos unen y también nos separa. Nos hace similares y distintos a la vez, y a veces, demasiadas veces quizás, nos enfrenta. Pero evolucioné (o me hice más tonto, visto lo visto) y creí en un Estado Europeo que superaría esto, en el que podríamos crecer como ciudadanos… hasta que llegó la crisis que tantas cosas devastó y destruyó.
Ante esa catarsis la UE (que no Europa, que es mucho más que todo esto), cerro filas para salvar la macroeconomía, que parece un ente abstracto pero que sabemos que solo encierra especulaciones en Bolsas, paraísos fiscales, intereses de las grandes empresas y Bancos… Si, la macroeconomía, esa que, según el Abogado del Estado Europeo, está en riesgo si al ciudadano se le devuelve el dinero que se le “apropiaron” (todo muy “legal”, oiga) las entidades crediticias, esas que no solo no han tenido pérdidas en todos estos años terribles sino que han seguido teniendo márgenes de beneficio más que amplios.
Una UE que sanciona a sus países por invertir en los ciudadanos (sanciones económicas que, por otro lado, harán que aumente el gasto estatal para pagarlas, ¿no?), y los obliga a aumentar los impuestos, siempre indirectos (esos que pagamos usted y yo independientemente de nuestra capacidad…IVA, combustibles…). Ante ese panorama la salida de Gran Bretaña (que nunca se sintió europea en toda su historia…lean y verán) se veía venir; nunca fui muy amante de su idiosincrasia (la flema británica y su sentimiento “imperial” nunca serán santo de mi devoción…cuestión de gustos) pero la gente de a pie, sencilla y con cierto uso de razón (que aun queda algo por ahí…) nos parecemos mucho y es fácil de comprender. Ven una UE volcada en la “macroeconomía”, que apenas tiene una política común fuera de los temas crematísticos y que, lo que es peor, no escucha al ciudadano: no olvidemos que es la Comisión Europea la que gobierna, y esta no la elegimos, y el parlamento, aunque con más poderes que en su origen, continua siendo solo un lugar con derecho al pataleo y poco más.
La consecuencia ha tardado pero ha llegado…el resultado está por ver. Si se está mejor fuera que dentro de la UE, lo dirá el tiempo y la historia, pero visto lo visto dudo de la sabiduría de nuestros políticos. Ojalá me trague este texto con el paso del tiempo, sería la señal de que la UE captó el mensaje y se replanteó su camino.
Publicado el 15 julio, 2016 en Historia, Vida. Añade a favoritos el enlace permanente. Deja un comentario.
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