A sal y a lluvia…
A sal y a lluvia…ese es el olor de Cantabria. El aire lleva trazas de montañas y ensenadas recoletas, y la lluvia cae fina incluso en verano. Cuanta diversidad desconocida y paisajes diferentes esconde esa región…
Altamira con su apasionante historia, no solo la del pasado remoto prehistórico, sino la del bueno de Marcelino Sanz y su cruzada científica: a cual más apasionante. Santillana del Mar, resistiendo el peor de los asedios… el del turismo masivo…con sus artesanos asomando en cada esquina y su Colegiata, que oculta un interior vedado a esa masa consumista que pasa por ella casi con desprecio. Y luego está su mar…esa cala hermanada con Sevilla a través de sus santas…y es que nuestros lazos van más allá de las flotas que rompieron cadenas en el Guadalquivir y que campean en casi todos los escudos de sus villas.
El modernismo de Gaudí nos sorprenderá en Comillas, el Camino de Santiago en Laredo…y sus anchoas…espolones fortificados en Castro Urdiales…y eso solo de su costa. Dejamos la montaña para mejor ocasión…y llegó, pero esa es otra historia.
Publicado el 9 enero, 2018 en Viajes. Añade a favoritos el enlace permanente. Deja un comentario.
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