Unción sagrada
En las eternas tertulias de los cofrades, entre tanto humo de velas e incienso que cantó el poeta, a veces salen asuntos de transcendencia.
A los que nos preocupa la pérdida de esencia en nuestro mundo cofrade, el olvido de los «porqués» de lo que hacemos (igual aquí como en tantos otros órdenes de la vida…), la banalidad en la que todo cae hoy día, buscamos, acaso con torpeza y limitaciones, que es lo que está fallando.
El hacer las cosas porque si, vacía de alma lo que debe ser un sentir profundo. Así terminamos disfrazándonos de nazarenos en vez de revestirnos de nuestra túnica, o acudiendo a (según qué) Cultos para “ver y ser vistos”. Miras atrás en los siglos, lees lo más que puedes sobre esto que te interesa y tratas de aprehender esa esencia que denunciamos que se va como el agua de un reguero tras la lluvia.
Se hablaba en una de esas tertulias que me gustan porque no tratan en exclusiva de como toca tal banda o como rachea el paso de tal cuadrilla, de la «unción sagrada», eso que en la imaginería del Barroco dorado se encontraba hasta en un angelote de altar menor y hoy día hay que buscar muchas veces, cual «Diógenes cofrade», con insistencia, y cuesta encontrar….salvo honrosas excepciones (por ello ilustro esto con esta última pintura de Isabel Sola).
Esa unción sagrada, ese sensación espiritual que transmite aquello que se crea para culto divino (no lo olvidemos), creo que debe empapar todo ámbito cofrade, no solo en el escultórico: en el altar efímero que se monta, en el sentir que pone una cuadrilla en una chicotá (en forma, tiempo y medida…), en las palabras que un Hermano Mayor dirige a sus Hermanos…y eso solo puede nacer desde la creencia, el conocimiento, y el amor a nuestra tradición cofrade. Hagamos un esfuerzo por lo que queremos, que, como escribió Montesinos, se siga notando en la sangre.
Publicado el 28 enero, 2017 en Cofradías, Sin categoría. Añade a favoritos el enlace permanente. Deja un comentario.
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